
Es un tema trillado pero del cual no podemos dejar de escribir ni de hablar, ocupa una parte significativa de nuestras vidas en países como el nuestro. Es de hombres y mujeres y esperar que se yerre en su administración es normal. Estudiosos del Derecho se dice, son los encargados de hacerla efectiva cuando un derecho en disputa agobia nuestra paz y sosiego doméstico.
La realidad nos indica inequívocamente cuan cierto es que en manos de mercaderes está y en un estado de promiscuidad perenne mantienen a la diosa Temis hombres y mujeres, dizques llamados a venerarla y honrarla. Me pregunto si promiscua es mi diosa o proxenetas aquéllos que la convidan y participan de las orgía patrocinadas por el dios Backus.
Qué hacemos, acabamos con ella y aquéllos o bien, imploramos a Backus para que cese el bacanal. Si de acabar con el saturnal se trata, me asalta una inquietud, quién cuenta con la entereza suficiente para semejante brete, si todos de algún modo u otro hemos participado del festín como arlequines.
Convencidos estamos que nuestros derechos valdrán o serán respetados en la medida que influenciemos e infundamos miedo a los mercaderes de la justicia, simples pancistas que esperan jubilarse contemplando las calendas, mientras con sus nalgas calientan los expedientes judiciales.
Triste el escenario verdad, bueno no contribuyamos a su perpetuación. La justicia debe ser como la salud, igual para todos; por tanto, su acceso gratuito, expedito e ininterrumpido. Muchas veces pienso en si verdaderamente queremos un cambio en el sistema judicial, este gobierno ya demostró que no al postergar la entrada en vigencia del sistema acusatorio en el procedimiento penal.
Comprensible un tanto su decisión puesto que no confía ni en la sombra de la toga de los actuales agentes de instrucción, jueces y magistrados cuyas nalgas, como “microwe”, sólo sirven para calentar los expedientes, reiteramos.
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