Ulpiano hace muchos siglos atrás definió la justicia como “la voluntad firma y continuada de dar a cada uno lo suyo”. Inmediatamente salta la pregunta si en nuestro país existe tal voluntad. Estimo que no, porque el instinto de aquéllos que están llamados a dar a cada uno lo suyo, supera su libre albedrío o libre determinación. En pocas palabras, nuestra justicia está en manos de seres irracionales a merced del poder y grupos mafiosos que razonan por ellos.
Ese estado instintivo que embarga a nuestros administradores de justicia, es comprensible en el reino animal donde unos sobreviven a costa del otro, a diferencia de los civilizados en los que se convive, gracias al conjunto del esfuerzo individual de cada uno de sus miembros, por la continuidad de la especie humana, caracterizada por la racionalidad de sus actos.
El miedo infundido, su instrumento por excelencia, ya comienza a convertirse en terror de manera tal, que la justicia sólo se obtiene ligado al poder y los grupos mafiosos. Sencillamente los procesos judiciales sirven para simular que se administra justicia. Pobre justicia nuestra que al enfrentarse dos elefantes, no resuelve y sufre al igual que el pasto, mientras miden fuerza. Pobre de nosotros, ciudadanos comunes hijos de la cocinera, que confiados rogamos justicia y de nosotros hace triza aquella trilogía.
Vulgares mercaderes que si no se venden, sirven al poder y los grupos mafiosos, menos para honrar a la Gran Temis. Desgraciadamente la justicia en este país, no es como la salud que se dice es igual para todos, por lo menos mientras existan centros de salud, el Santo Tomás y la Caja de Seguro Social.
En honor a la verdad, mientras los administradores de justicia no demuestren lo contrario, reo serán del poder y la mafia. En tanto, también la sociedad panameña vivirá a merced de aquella trilogía miserable. ¡Miserables, hasta cuándo, basta ya!
Los invito a combatir y acabar con la trilogía miserable, exijamos más justicia cada día. En la unidad está la fuerza pueblo panameño, no permitamos que vivan a costa nuestra.
De igual forma, los invito a desnudar y mantener desnuda a la justicia panameña para que la toga de sus magistrados y jueces no sirva más para ocultar sus pecados.
PABLO PUEBLO
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