martes, 4 de junio de 2013

LA PLUMA INVITADA DE HOY

Qué tristeza

MARIOA A. ROGNONI

La Estrella, Sección de Opinión, martes 4 de junio de 2013.

La semana pasada ha sido una de las semanas más tristes que he vivido. Alegre por los avances de mi país, un país con opción de ir por primera vez a un mundial de fútbol, un país donde las inversiones privadas fluyen como torrente de río, nuevas empresas abriendo todas las semanas, inversiones de Corea en industria tecnológica con más de 150 ingenieros, Caterpillar, Dell, tantas otras escogiendo a Panamá como su país sede en América Latina. Un país que inaugurará el otro año su primera línea de metro, con un aeropuerto con tráfico aéreo superior a toda el área, un centro financiero con bancos, aseguradoras, reaseguradoras, de renombre mundial. 

La felicidad de toda una nación por nuestro crecimiento sostenido, más de 9% anual, cuando el resto del mundo busca sobrevivir, con una arquitectura que desde el Tornillo hasta el Museo de la Biodiversidad atrae a ricos y famosos. Hoy, artistas, políticos de ultramar, grandes millonarios, tienen casa en la ciudad, en las playas o en islas privadas. Panamá es motivo de orgullo para todos, solo que... 

El panameño. Ese hombre otrora sencillo, campechano, abierto a todas las culturas y razas, incapaz de discriminar, solidario y de excelente humor. Mientras el país avanzaba, se iba transformando y lejos de ir mejorando como su ciudad y campo, iba empeorando en su actitud. Las ciudades se han tornado más violentas, menos seguras, el panameño ha aprendido a estafar, a robar, a exigir coimas y pedir sobornos. Hoy hay secuestros, asesinatos, sicarios, y no podemos decir que son extranjeros, la mayoría de los ejecutores son panameños. 

De igual forma, lo que se sospechaba de la intromisión del narcotráfico y narcodólares en la política, hoy vemos en política a maleantes y sospechosos delincuentes buscando posiciones de elección popular. No he visto a ningún partido excluir a un aspirante por conducta no propia de un político, por no tener una historia de vida intachable y proba. La nueva política es: ‘Si tienes plata para la campaña, eres elegible como candidato’. Y esta última semana llegamos más abajo aún en nuestra inmoralidad. La aceptación del candidato Bobby Velásquez de la grabación (cinco editadas y de tiempos atrás) mostró un aspirante que se veía y conocía como intachable bajo otra perspectiva. Pero si a mí me molestó lo grabado a Bobby, más me entristece la pobreza humana del que lo grabó, evidentemente un ‘amigo’, un ‘copartidario’ que estuvo presente en esas reuniones íntimas donde se hacían los comentarios. 

Qué bajeza humana el posar como amigo para grabar y luego quizás vender la grabación para hacerle daño al aspirante y al partido. Qué tristeza saber que hay copartidarios con esa capacidad de maldad, capaces de militar en un partido, militar en una campaña y servir de espía voluntario. Pero quizás mi tristeza no fuese mayor, si no hubiese igualmente visto en los últimos tiempos una balacera en San Miguelito entre aspirantes a puestos de elección, o a una dama reclamando que la intentan sobornar para que decline sus aspiraciones con publicar un video comprometedor, o bien la noticia desde Italia de que el llamamiento de juicio de Valter La Vitola es por delitos que incluyen pago de 23 millones de coimas a funcionarios panameños. 

Sin mencionar la tristeza de saber que una gran cantidad de los tránsfugas que se pasaron estos años al partido de gobierno lo hicieron para evitar investigaciones y condenas por delitos en el manejo de fondos desde sus cargos. Qué triste vivir con el auge económico y el crecimiento envidiable en la región, pero sin separación real de los poderes del Estado y sin un sistema justo de justicia. La corrupción nos ha llegado a tal nivel que ya todos los políticos la reconocen, solo que el discurso de todos es el mismo, ‘los corruptos son los otros, no nosotros’, porque no quieren aceptar que todos son corruptos en mayor o menor grado. 

No dudo que antes de mayo del 2014 el caso Velásquez será superado por otro, y otro, y otro caso de corrupción mayor. Lo trágico de esta escalada es que solo demuestra el interés o, más bien, la ambición desmedida de los aspirantes desde representantes hasta presidente, que se jugarán todo el dinero y no repararán en calumniar, difamar o injuriar a quien esté en su camino al triunfo. Lo importante es ganar, no importa cómo ni a qué precio. 

Una campaña donde el pueblo, ese gran electorado, disfruta la pelea entre ídolos, goza viendo caer a unos y subir a otros. Aquí no habrá ni pacto ético, ni juez ni árbitro, solo contendores. 

Como el caso Velásquez, a nadie le ha preocupado ubicar a ese ‘compañero’ que grabó, a ese miembro que no le importó el daño al partido y aprovechó la inocencia e ingenuidad del equipo alrededor de Bobby, sabiendo que muchas conversaciones entre amigos no se pueden tomar literalmente. El desliz de uno es el negocio del otro. Pero, la pregunta ahora, ¿tenemos posibilidad de corregir el rumbo? ¿Estamos condenados como país a seguir hundiéndonos en esa porquería política y politiquera? 

Económicamente somos ejemplo de desarrollo, pero políticamente somos una caricatura de país. ¿Habrá en medio de esta próxima oferta electoral valores rescatables de la política?, ¿o tendremos que elegir, como siempre, de entre los malos, los maleantes, los delincuentes, los menos malos? Ya no podemos culpar a los militares, ahora solo nos resta aceptar nuestra triste realidad y empezar a construir un nuevo país. 

Muchas Gracias

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